Inversión o escasez: la demanda energética de Colombia exige el avance de las renovables

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Inversión o escasez: la demanda energética de Colombia exige el avance de las renovables

 

 

Con más de 6.600 MW renovables en evaluación ambiental y una demanda que ya crece por encima del 2% anual, Colombia enfrenta una encrucijada energética. El próximo fenómeno de El Niño podría evidenciar el rezago energético no convencional.

 

Colombia atraviesa por una coyuntura inédita. Por primera vez en décadas, el país enfrenta una amenaza real de insuficiencia energética, con proyecciones que anticipan un escenario de desabastecimiento en un horizonte que depende de la llegada del próximo fenómeno de El Niño, que podría ocurrir en los próximos 2 a 5 años, teniendo en cuenta que el último fue en 2024.

 

Entre 2020 y 2024, la demanda nacional de electricidad creció cerca de un 12%, superando las previsiones oficiales y presionando un sistema que sigue dependiendo en gran parte de la hidroelectricidad.

 

En este contexto, el desarrollo de fuentes no convencionales de energía renovable (FNCER) aparece no sólo como una solución técnica, sino como una ventana estratégica para atraer inversiones.

 

Actualmente, según el registro actualizado de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), hay 54 proyectos FNCER en trámite, entre los que se destacan 26 fotovoltaicos (4.835,7 MW) y 7 eólicos (1.860,9 MW). A esto se suman 21 líneas de transmisión asociadas, imprescindibles para viabilizar la conexión de estas iniciativas al sistema nacional.

 

En diálogo con Energía Estratégica, el CEO de Óptima ConsultoresAlejanenergiaestrategicadro Lucio sostuvo que, lejos del pesimismo coyuntural, “para efectos de invertir en energía nunca hubo un escenario más favorable que este en Colombia”.

 

A su juicio, el sistema atraviesa una transición donde las renovables pueden finalmente “competir en un mercado que antes dominaban los incumbentes térmicos e hídricos”, en un momento donde el fondeo internacional está completamente alineado con ese tipo de activos.

 

Asimismo, remarca que la demanda eléctrica creció un 2,3 % interanual, alcanzando 82.085 GWh en julio de 2024, y mantiene récords mensuales – como los 7.051 GWh en marzo de 2025 –, superando con creces las previsiones, mientras los proyectos de generación convencional siguen sin atraer nuevo capital.

 

Aunque la situación política genera cierta incertidumbre en el mercado, Lucio aclara que las inversiones no dependen del gobierno sino de la seriedad en la planificación de los proyectos.

 

Desde una perspectiva institucional, a pesar de las intenciones del gobierno por fortalecer el rol estatal, los intentos de reforma del marco eléctrico no han prosperado en el Congreso. 

 

“Han pasado tres años y las grandes reformas que se veían venir, como la estatización del sector, no han avanzado”, destaca Lucio

 

En este sentido, actores clave como la CREGUPME y el Ministerio de Minas y Energía enfrentan el desafío de destrabar normas que agilicen licencias y aseguren confiabilidad operativa.

 

Avances y limitaciones de las renovables

 

Actualmente, Colombia cuenta con una capacidad instalada de energías renovables no convencionales cercana a los 1.500 MW, lo que representa menos del 5% de la matriz eléctrica nacional.

 

En contraste, los más de 6.600 MW en evaluación ambiental permitirían más que cuadruplicar esa potencia si logran ejecutarse. Sin embargo, estos proyectos enfrentan desafíos estructurales en materia de conexión, licenciamiento y gestión territorial, especialmente en regiones como La Guajira.

 

A esto se suma una asimetría en la expansión renovable: mientras la solar ha ganado terreno en la franja horaria diurna, la energía eólica sigue estancada por cuellos de botella regulatorios, técnicos y sociales. De hecho, más del 90% de los proyectos en desarrollo con capacidad de conexión adjudicada en Colombia son solares, mientras que los eólicos se reducen a un par de casos.

 

«Lo poco que entra es solar», advierte Lucio, y aclara que cubrir solo ese tramo horario no resuelve la necesidad de una solución energética de 24 horas. Esta expansión, aunque significativa, sigue limitada por la falta de infraestructura de red que permita integrar esa generación con estabilidad.

 

Este segmento también está avanzando y muestra de ello es la inversión centrada en nuevas líneas de transmisión de los últimos años.

 

En total, hay 21 líneas de transmisión en trámite ambiental vinculadas a proyectos FNCER, una infraestructura clave para descongestionar nodos regionales y permitir la entrada efectiva de nuevas fuentes renovables al sistema eléctrico nacional.

 

Lucio aclara que el almacenamiento, en el contexto colombiano actual, no representa una solución de fondo debido a que aún no hay una sobreinstalación solar que genere excedentes energéticos a gestionar. Enfatiza que “el problema en Colombia es que no te sobra energía en este momento”, lo que contrasta con otros países donde el almacenamiento se usa para gestionar excedentes. En Colombia, el almacenamiento será útil principalmente para soluciones de red, no como respaldo de confiabilidad energética en el corto plazo.

 

Desarrollar el componente eólico resulta clave para diversificar la cobertura horaria del sistema y garantizar firmeza energética en las horas donde la solar no opera.

 

Sin embargo, esta tecnología enfrenta obstáculos aún mayores: el recurso competitivo está concentrado en La Guajira, una región con complejidades sociales y ambientales, y cuya infraestructura de conexión, como la línea de transmisión del Grupo Energía de Bogotá, no estará operativa antes de 2027.

 

La demora en esa obra clave generó pérdidas millonarias a desarrolladores como EnelAES y EDP, forzando su salida del mercado colombiano. “Desde el año 2023 hacia acá, esos proyectos se volvieron inviables para las empresas que asumieron compromisos que no pudieron cumplir”, precisa Lucio.

 

Pese a que el recurso disponible es altamente atractivo, si no hay posibilidades de conexión a red y no se resuelven los cuellos de botella que frenan su integración, al sector eólico le resultará muy difícil desarrollarse.

 

Además, el consultor cuestiona las expectativas puestas en el desarrollo costa afuera, ya que advierte que muchos de los planes de negocio presentados por los desarrolladores en subastas anteriores partieron de supuestos poco realistas: plazos de ejecución muy cortos y precios de venta excesivamente bajos que no se ajustaban a la realidad colombiana.

 

En este sentido, la inversión en infraestructura renovable y redes de transmisión no solo puede anticiparse a la crisis, sino capitalizar la oportunidad de posicionar a Colombia como uno de los mercados más dinámicos de América Latina en términos de transición energética.

 

 

 

Fuente: Energía – Energía Estratégica

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