La autogeneración remota se consolida como clave para expandir el mercado solar en Colombia

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La autogeneración remota se consolida como clave para expandir el mercado solar en Colombia

 

La nueva regulación habilita ventas de energía entre privados en zonas aisladas, beneficiando a comunidades sin red y a empresas instaladoras que operan proyectos menores sin barreras ambientales ni de escala. 

 

La figura del autogenerador remoto ha emergido como una solución estratégica para acelerar la transición energética en Colombia, especialmente en un contexto marcado por las dificultades del licenciamiento ambiental para proyectos de gran escala.

 

La reciente regulación permite a los consumidores generar energía en un punto geográfico distinto al de su consumo, lo que facilita modelos más flexibles, descentralizados y adaptados a la realidad de zonas rurales y aisladas.

 

Esta herramienta normativa, incorporada por el Decreto 1403 de 2024 y otras disposiciones complementarias, apunta a dinamizar el mercado solar distribuido y abrir nuevas oportunidades de negocio para desarrolladores y EPCistas.

 

Camilo Agudelo, Profesional de Operaciones de Negocios en Empresas Públicas de Medellín (EPM), aseguró que esta modalidad está cobrando mayor relevancia que los modelos tradicionales.

 

«Aunque hay reformas en curso, la autogeneración remota permite esquivar cuellos de botella regulatorios y hacer negocios viables a menor escala», explicó en diálogo con Energía Estratégica.

 

Uno de los principales aportes del nuevo esquema es su potencial en zonas no interconectadas, que abarcan más del 50% del territorio colombiano, unos 600.000 km², más que todo el territorio de España.

 

«Allí hay más de 300 MW instalados, de los cuales un 70 % corresponde a energía solar. El resto son pequeños aprovechamientos hidroeléctricos y plantas diésel», detalló.

 

Nuevas oportunidades para actores descentralizados

 

Según Agudelo, los principales beneficiarios son, además de las comunidades locales, las empresas instaladoras que trabajan con sistemas de menor escala.

 

Estas acceden a nuevos modelos de negocio representando comercialmente a autogeneradores remotos, gestionando la operación técnica de los sistemas y firmando contratos entre privados con respaldo normativo.

 

«La figura mejora la percepción de bancabilidad por parte de las entidades financieras, al permitir contratos con trazabilidad, continuidad operativa y reglas claras», destacó el ejecutivo.

 

Esto habilita también a promotores solares que operan fuera del Sistema Interconectado Nacional, ya que pueden generar energía en zonas remotas y destinarla a clientes conectados a la red, sin necesidad de estar en el mismo punto físico.

 

Asimismo, abre oportunidades a desarrolladores de soluciones digitales que permiten el monitoreo y la gestión remota de sistemas distribuidos, fundamentales para garantizar la trazabilidad y la eficiencia operativa de estos modelos.

 

También hay potencial en la tecnología agrovoltaica, sobre todo en los llanos orientales, donde existen condiciones para combinar cultivos con generación renovable y promover la tecnificación de sectores rurales, evitando la dependencia de generadores diésel y reduciendo impactos ambientales.

 

Conflictos con operadores y acceso «gratuito» a la red

 

Uno de los puntos de tensión más fuertes surge con los operadores de red en zonas de servicio exclusivo. Agudelo cita el ejemplo de Leticia, en el Amazonas, donde las empresas habilitadas para distribuir energía suelen rechazar la inyección de excedentes porque ya tienen generación propia con diésel.

 

«Cuando uno propone inyectar energía solar, muchos lo ven como una amenaza a su modelo de negocio. Además, entienden que usar sus redes de distribución es como hacerlo gratis, sin peaje. Ahí aparece el conflicto», describió.

 

En este contexto, la autogeneración remota representa un cambio de paradigma: permite que una empresa que genera energía en un punto A (por ejemplo, una industria) pueda abastecer a un consumidor final en un punto B (por ejemplo, un hotel), sin depender del operador local como intermediario, lo que para el referente de EPM «cambia totalmente la relación de poder y abre el juego a nuevos actores privados».

 

Desafíos operativos y logísticos

 

A pesar de su potencial, la figura enfrenta barreras relevantes. La primera es la necesidad de digitalización. Sin conectividad robusta, no se pueden implementar sistemas de medición bidireccional ni plataformas de gestión remota, lo que compromete la trazabilidad y viabilidad del modelo.

 

La segunda barrera es logística: muchas regiones sólo son accesibles por vía fluvial, lo que dificulta el transporte de equipos, baterías y estructuras. Además, el mal estado de las rutas y la presencia de grupos armados en ciertas zonas elevan el riesgo operativo.

 

Por último, Agudelo considera muy necesario que los contratos contemplen el mantenimiento a largo plazo, enfatizando: «No basta con diseñar e instalar. Hay que garantizar que los sistemas funcionen 25 años, y eso implica modelos de negocio que incluyan O&M desde el inicio, aunque eso encarezca la inversión inicial».

 

La autogeneración remota se proyecta como una pieza clave para democratizar el acceso a energía limpia en Colombia, sobre todo en regiones excluidas del sistema tradicional. Al permitir acuerdos directos entre privados, promueve una transición energética que no depende exclusivamente de grandes obras ni licencias ambientales complejas.

 

Para desarrolladores y EPCistas, representa una vía concreta para activar proyectos, especialmente en zonas rurales, y responder a la creciente demanda de soluciones energéticas distribuidas, resilientes y escalables.

 

 

 

Fuente: Energía – Energía Estratégica

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